Las cryptocurrencies, como Bitcoin, te hacen sacar tu lado más especulativo. Con la noticia de que Tesla ha comprado un porrón de bitcoins y la expectativa de que otras grandes empresas hagan lo mismo, hay analistas que dicen que el precio de esta moneda virtual puede subir a los $100.000 o incluso los $200.000, desde los $48.000 actuales.
Que puede bajar a $4.000 en un pestañeo, también, pero la expectativa de que pueda más que doblar el pico de dinero que te puedas permitir hace que el especulador que llevamos dentro te empiece a susurrar “no seas gilipollas, que todo el mundo lo está haciendo, ¿vas a ser tú el último tonto?”…
Pero más allá de que uno sucumba a esa voz cabrona que todos llevamos dentro, es perverso que convivamos con un sistema que permite este tipo de situaciones. ¿Qué sentido tiene que uno pueda doblar o triplicar su dinero simplemente por pura especulación? Uno puede verse beneficiado sin aportar nada de valor a la sociedad, sólo por puro oportunismo. Y si te beneficias es a costa de otros que están siendo perjudicados, en el presente o, sobretodo, en el futuro. Porque este tipo de movimientos especulativos anticipan un beneficio que pagarán los últimos que lleguen a la fiesta. No es una situación “win/win”, hay unos que ganan y otros que pierden.
Un crypto-timo de la estampita. La estampita, ésta estampita: ฿.