La primera vez que cenamos juntos, Lucía llevaba un vestido negro, ajustado, la falda justo por encima de las rodillas, con un corte en un lado que dejaba entrever la parte superior del muslo. Simplemente espectacular, los hombres del local se giraban a su paso, me sentí algo intimidado por tener frente a mí a una mujer tan sensual.
Sin Cyrano AR, el sistema de realidad aumentada, no hubiera pasado de la primera cita. Como era la primera vez que lo utilizaba, al principio fue un poco confuso, pero pronto me acostumbré a sus indicaciones. Recuerdo la primera que fui capaz de utilizar. “Elogiar cabello” era el nombre de la acción, acompañado del comentario explicativo, “Es probable que Lucía haya ido a la peluquería o haya invertido varias horas en arreglarse el cabello, dado lo elaborado de su peinado”, las frases que el sistema sugería, ”Me encanta tu pelo, el volumen, esas ondulaciones…”, “Tienes un pelo precioso”, y también los comentarios que el sistema no recomendaba, “No preguntar cuanto tiempo o dinero ha invertido en arreglarse el cabello”.
Ella ya había utilizado Cyrano AR en otras citas y estaba más acostumbrada. Lucía era una firme defensora de estos artilugios, no le importaba el rechazo que buena parte de la opinión pública mostraba por estos avances tecnológicos…
…y el resto, en este libro…