La pugna entre las autoridades estadounidenses y la empresa de videojuegos ´Probable Future´ continúa. Las investigaciones de la Fiscalía General siguen encontrando evidencias de mala praxis y la suspensión de su juego estrella, ´Parallel Reality´, parece inminente«.
Toni tomaba un expreso sentado en la barra de la cocina mientras veía las noticias en la Televisión. Miró las gafas de realidad virtual que había dejado esa misma mañana cargando sobre el sofá. Acababa de llegar del trabajo, se había preparado algo rápido para cenar y estaba a punto de sumergirse en una nueva sesión del juego que estaba en los titulares de todos los medios de comunicación.
«Los algoritmos del juego se nutren de toda la información disponible de los usuarios y son capaces de hacer representaciones virtuales del entorno en el que viven, de sus amigos y familiares, de vecinos, de conocidos y también desconocidos, de personas que viven cerca de ellos. También detectan el estado de ánimo del usuario, su estado físico, conocen su pasado, sus miedos, sus deseos. La inteligencia artificial del juego es capaz de procesar toda esta información para crear un mundo virtual tan cercano al real y tan adaptado al del usuario que se convierte en un mundo paralelo que evoluciona junto al no-virtual«.
Tras tomarse el café despejó el salón con el fin de tener el máximo de espacio disponible, estaba a punto de iniciar una nueva sesión de «Parallel Reality».
«Los psicólogos advierten de la dificultad de distinguir el mundo virtual que este juego genera del mundo real. Doctor John Ingram, Director del Hospital Psiquiátrico de Belleveu en Nueva York:
´Este mundo paralelo te ofrece la oportunidad de decir y de hacer cosas que en el mundo real no harías. Puedes ir a tu jefe y mandarle a tomar por saco y buscar otro trabajo que te llene más, si no eres feliz con tu mujer puedes dejarla sin preocuparte por convenciones sociales, puedes decir lo que realmente piensas, puedes hacer lo que realmente quieras hacer. Algo que, en principio, parece fantástico. Es una oportunidad de probar en un mundo virtual que pasaría si hiciera ésta o aquella cosa. Prueba y error, si no te gusta el resultado, reinicias el juego, se vuelve a ajustar a los parámetros de la realidad actual, o puedes seguir explorando el «qué pasaría si», jugando con varios mundos paralelos simultáneos: en uno vives la vida de un hippy, en otro te acuestas con la vecina, en otro has conseguido ascender al puesto de directivo que anhelabas… Desde un punto de vista psicológico es una herramienta extraordinaria para explorar nuestro verdadero yo. El problema es que este juego necesita control, porque no todo el mundo es capaz de controlar la confusión que puede llegar a generar, especialmente aquellas personas que muestran tendencias hacia comportamientos más agresivos o a desviaciones sexuales extremas. Hay personas que consiguen armas en el juego virtual, entran en la oficina y asesinan a todo el que se cruce por su camino, otros violan a mujeres o incluso… a niños´.
Y este reducido porcentaje del total de usuarios es el que se encuentra detrás de las decenas de casos de personas que han muerto de ataques al corazón, se han suicidado o han cometido atrocidades tras acabar una sesión del juego«.
Apagó el televisor, se puso las gafas virtuales e inició el juego.
Entró en la sala virtual, había tres puertas, una por cada uno de los mundos paralelos que había iniciado. Cada una de ellas tenía el nombre que le había dado a cada una de las bifurcaciones que había creado en las últimas semanas.
El cartel de la primera decía simplemente «Test 1», era el primer mundo que creó, el que usó para aprender los fundamentos del juego. En ese mundo estaba en la cárcel, ya que se dedicó a hacer el vándalo, rompiendo cristales allá por donde fuera, robando en las tiendas, golpeando de forma aleatoria a gente por la calle. Cuando la policía fue a arrestarle robó un coche e intentó iniciar una escapada de película, pero demostró muy poca pericia el volante, acabó estrellándose contra un autobús a las pocas manzanas, matando a más de diez personas en el accidente. Hacía ya semanas que no entraba en esa puerta, le aburrió tratar con los abogados y con los abusos de los otros internos de la cárcel. La segunda puerta se llamaba «Love?»…
…y el resto, en este libro…