Despotismo AI.lustrado

«Despostismo Ilustrado». Qué nombre más bien buscado, creo recordar que pensé cuando lo leí en aquel libro de historia de alguno de los cursos de BUP, con la imagen de Jovellanos sentado, apoyando el codo en la mesa, con la cara de cansado que le puso Goya. Esto del «Despotismo Ilustrado» tiene que cansar, pensé, porque al bueno de Gaspar Melchor no se le veía con ganas de marcha, no.

Un avance para lo época, porque los reyes ya no tomaban decisiones sin ton ni son (¡Que le corten la cabeza!), sino que seleccionaban a personas muy listas y muy sacrificadas, como el bueno de Jovellanos, que hacían lo que les salía de sus buenas partes pero, oye, con fundamento, pensando en la gente. Porque en el fondo era una persona buena y desinteresada, y la prueba es la cara de hecho polvo que le sacó Goya en la foto que le hizo.

Luego vino la Democracia, con su intríngulis, que ha tomado su tiempo pillarle el truco (y todavía no te creas que se lo hemos acabado de pillar), con la manía de preguntar a la gente que qué piensan de esto o de aquello, y los Jovellanos de turno tuvieron que presentarse a elecciones, disciplinas de partido y leches en vinagre. Y si los hay, que digo que alguno habrá, pues estarán probablemente más cansados todavía y sin un buen Goya que los retrate.

Así que lo del «Desposismo Ilustrado» cayó aparentemente en desuso… hasta ahora, que tiene pinta de unas nuevas versiones de Jovellanos están al caer. Pero sin cara de cansado.

¿Que por qué? Pues porque lo que realmente nos va es lo de que alguien decida por nosotros, no nos engañemos. Por eso las empresas se afanan en crear los algoritmos que nos pongan todo más fácil. Que si cuándo hacemos el siguiente giro cuando conducimos, que si las plataformas nos recomiendan la siguiente peli o serie que tenemos que ver, nos ponen en las narices las noticias, las fotos y los videos virales que tienen más probabilidades de recibir un click, aspiramos a coches que vayan solos… Es como ese amigo que ya ha organizado donde hemos quedado para cenar esta noche, que nos viene muy bien porque estábamos muy liados y no teníamos tiempo de mirarlo nosotros, y vamos y nos echamos unas risas con los colegas, aunque el bar en cuestión no haga los calamares como a tí te gustan.

Y de tanto acostumbrarnos a que la inteligencia artificial vaya recomendando más y más cosas, así, de a poco, va a ir ocupando nuevos territorios. Que si esta chica, o chico, te conviene, que si te compras este piso te va que ni pintado, que si la política impositiva de este candidato es cojonuda, que si fíjate que buenas ideas para la política exterior tiene… Y de que nos demos cuenta, las elecciones se convertirán en materia de cálculo de unos algoritmos que nos vendrán con las recomendaciones adecuadas, lo mismo que cuando nos sugieren un película en Netflix.

Así que habremos llegado al «Despotismo AI.lustrado», donde unos Jovellanos 5.0 en forma de ingenios de Inteligencia Artificial regirán nuestras vidas dibujando las políticas sociales y económicas más adecuadas para el momento, dejando el concepto de «Democracia» como el sueño de una noche de verano al que nunca le llegamos a pillar el punto.

¿Será peor que lo que tenemos ahora? Bueno, habrá tiempo para echar unas risas, pero seguro que el plato de calamares no estará del todo a nuestro gusto.