En Hyde Park, en Londres, existe una tradición que se remonta a mediados del siglo XIX, los domingos por la mañana cualquier persona que sienta que tiene algo que decir se sube a un taburete y arenga a los transeúntes. Es el Speaker Corner, una de las atracciones que más me llamó la atención de Londres cuando lo visité por primera vez allá por 1996. En su momento un símbolo de la libertad de expresión, hoy ha degenerado en un lugar donde personajes cuestionables dan rienda suelta a su verborrea e ideas absurdas. Pero resulta simpático por lo inofensivo que es. Hoy en día no hace falta subirse a un taburete para compartir ideas, hay muchos más medios. Uno de ellos es YouTube, pero éste es menos simpático porque de inofensivo no tiene nada.
Por ejemplo, el individuo Steven Crowder. Es uno de los agitadores políticos más conocidos en Estados Unidos, a través de su canal de Youtube defiende sus puntos de vista conservadores y a su líder espiritual Donald Trump.
Es lo que tiene la libertad de expresión, tenemos que aceptar que existan individuos, de cualquier espectro político, que defiendan sus puntos de vista, conservadores o izquierdistas, aunque rayen en lo extremista o políticamente incorrecto. Es legítimo, incluso si sirven para defender personajes cuestionables como Donald Trump o Nicolás Maduro, por poner un par de ejemplos.
El problema es que en los medios disponibles hoy en día, tipo YouTube, se prima más el espectáculo que la calidad informativa. Un individuo como Steven Crowder utiliza su verborrea y actitud bravucona para inundar sus comentarios de hechos y datos que o son palmariamente inciertos o son muy cuestionables. Este individuo ha sido lo suficientemente hábil como para crear un fachada de «apertura mental» a través de su propuesta «Change my mind», en la que se sienta con individuos de la calle para debatir de temas controvertidos. Es pura fachada porque él no intenta escuchar para ver si puede ser convencido, sino que se comporta como un matón que machaca verbalmente a sus oponentes. Porque lo hace, es definitivamente hábil en el debate, pero de una forma sucia, dando golpes bajos con sus datos falsos, con sus deducciones falaces, abusando de contrincantes que encuentra por la calle y que no tiene su mismo «peso», como si un peso pluma peleara con un peso semipesado.
El video que tengo ahora mismo en la pantalla de mi televisor es «The COVID Death Count is Inflated», grabado en Junio de 2020. Estados Unidos ha llegado a 400.000 muertos por COVID en Enero de 2021, y este personaje no tiene la vergüenza torera de retirar su video del canal. Porque uno puede estar equivocado, confundido durante un tiempo, la avalancha de información confusa nos puede liar a todos. Pero que no sea capaz de rectificar cuando las evidencias son palmarias…
Y este individuo ha incendiado con sus videos el par de meses que ha mediado entre la elección de Trump y el asalto al Capitolio por parte de sus seguidores, echando gasolina con sus videos con el hastag #StopTheSteal.
Pero más allá de que este personaje podría ser llamado al orden, el problema está más en el sistema que existe hoy en día. Si no fuera él, sería otro, el hueco está ahí para que alguien lo ocupe. La solución ideal es subir el nivel del espíritu crítico de todos los ciudadanos, de tal forma que por mucho canal de YouTube que una persona tenga, si dice gilipolleces simplemente no tendría seguidores, sería ignorado.
Subir el espíritu crítico de la población… ¿Cómo se hace eso?