Sobre las cosas del querer

La serie de televisión “Soulmates”, creada por uno de los guionistas de Black Mirror, narra un futuro cercano en el que una empresa ofrece la posibilidad de encontrar a tu “alma gemela”.

A partir de esta premisa, cada capítulo cuenta una historia diferente, en la que las personas, la mayoría de ellas ya casadas, se encuentran ante la tentación y el dilema de conocer a verdadera media naranja.

Me gustan este tipo de historias porque más allá de entretenerte te ofrecen la posibilidad de repensar cosas cotidianas. Aunque en este caso nunca he creído en el concepto de “alma gemela”. De hecho considero que es hasta dañino, por el componente de predestinación que conlleva.

Una relación empieza por las circunstancias: te encuentras por casualidad por ahí, amigos de amigos, trabajo, universidad… Hay un componente totalmente azaroso en esto. Luego es cuando viene lo interesante y lo complicado: conocerse, entenderse, disfrutarse. Una relación no está predestinada, hay que trabajarla, y es en ese trabajo donde está el quid de la cuestión. Está la atracción, absolutamente necesaria, pero está también el “querer quererse”.

¿Me hace esto menos romántico? Supongo que es cuestión de gustos, pero para mí es mucho más romántico pensar que si estoy con alguien es porque yo lo he decidido, porque yo me lo he currado, que pensar que si estoy por alguien es porque “alguien o algo” lo ha decidido por mí.