Me gusta tocar la guitarra pero, la verdad, no se me da nada bien. Puede que en algún momento de mi juventud tuviera alguna aspiración de ser un guitarrista decente, puede que aspirara a tocar la guitarra delante de una audiencia. Pero ya no. Una de las cosas que aprendes con los años es acabas aceptando que se te pasa el arroz en bastantes de tus aspiraciones. Acabas aceptando tu mediocridad.
Pero, vamos a ver, en el buen sentido, entiéndanme. En el sentido de la liberación que supone, cuando haces algo no se trata de demostrar nada, soy malo, lo sé, pero aún así, me gusta. Así que sigo tocando la guitarra, todas las semanas, para mí, no se me ocurre tocar delante de nadie, pero lo hago porque me entretiene, me relaja, y me siento orgulloso si logro dominar un acorde más o me sale una cancioncilla nueva. Vamos, que lo disfruto.