Requete-conspiraciones

«Mariano, esto me huele mal».

«¿A qué te refieres, Joaquín?».

Mariano y Joaquín son dos masones reptilianos, miembros de la escala intermedia de los Illuminati, que hablan con cautela mientras se toman una copa en la barra del bar El Ojo Panóptico, uno de los locales con más clase del subsuelo de Nueva York.

«Pues, ya sabes… lo de los Policonimati…», responde Joaquín bajando la voz aun más mientras mira a su alrededor.

«¿Los Policonimati?

«Schhhhh… Habla más bajo, por favor», le implora un alarmado Joaquín.

«No me jodas, no me vengas otra vez con esas tonterias».

«¿Tonterías? ¿Tonterías? ¡Ha!… Como te comen la cabeza con el discurso oficial… Mariano, tienes que pensar más por ti mismo», le dice a su compañero mientras señala con un dedo las escamas de su frente.

En ese momento se escuchan unas risas en una de las mesas del fondo del local. Son Bill Gates y George Soros, relajados, tomándose unos vasos de sangre humana, con pajita y sombrilla. Se han quitado las corbatas, tienen los botones superiores de sus camisas desabrochadas, mostrando parte de sus torsos reptilianos.

«Mariano, lo que nos cuentan a través de los medios oficiales de la organización no es más que patraña».

«Pero, macho, que somos nosotros los que controlamos el mundo, que somos nosotros los que manejamos el cotarro de esto de las conspiraciones. Ahora me dices tú que existe otro grupo por encima de nosotros que son los que realmente controlan el mundo».

«Efectivamente, Mariano, efectivamente. Esos dos de ahí al fondo, el Bill y el George, unas marionetas que bailan al son de los Policonimati«.

Esto último lo pronunció Joaquín en voz alta, coincidiendo con una parada momentánea de la música de ambiente, de tal forma que todos los presentes en el local pudieron oirlo. Bill Gates y George Soros, muy serios, les miraron fijamente desde la distancia. Tras unos segundos de silencio incómodo, una nueva melodía de jazz suave volvió a escucharse en el bar.

«Pero, Joaquín, no puede ser que te creas toda esa tontería de los Policonimati: Mochuelos que llegaron a este planeta varios millones de años antes que nosotros, que viven en el subsuelo de nuestro subsuelo, que raptan a nuestros cachorros reptilianos y beben su sangre en ritos demoniacos…».

«No hay peor ciego que el que no quiere ver…», musita resignado Joaquín, mientras observa como Bill Gates y George Soros, que acaban de pagar su cuenta, abandonan el local mirando sobre sus hombros en dirección a la barra del bar.