En mi búsqueda de ideas para una segunda serie de relatos sobre el futuro que se nos avecina (Futuros Imperfectos II), estoy inmerso en la lectura de AI 2041, un libro escrito por un novelista de ciencia ficción chino, Chen Oiufan, y el ex-presidente de Google en China, Kai-Fu Lee.

Este libro consta de 10 historias ambientadas en el 2041, 20 años después de que el libro fue publicado, en el que se describe como la inteligencia artificial cambiará el mundo en el que vivimos.
No trata de ser un libro distópico, de mal agüero, trata más bien de advertir de lo que viene y como podemos gestionarlo mejor. Como siempre, las nuevas tecnologías tienes ventajas e inconvenientes. La inteligencia artificial tiene el poder de mejorar las vidas de todos, pero también el riesgo de confundirnos a todos, como en el caso de los «deepfakes», la técnica que permite editar vídeos falsos de personas que aparentemente son reales.
Para muestra, un botón. Yo mismo he probado una de las páginas (fakeyou) que te permiten elegir una voz de un personaje famoso, y una foto de ese personaje, para que diga lo que quieras. Mi experimento ha consistido en hacer que Donald Trump promocione «Futuros Imperfectos»:
Una broma tonta, está claro que no es Trump, pero esta técnica ya puede ser utilizada para simular no la voz de un personaje famoso sino tu propia voz y tu imagen, y si hoy puede notarse el engaño, en muy pocos años será imposible. Tan imposible que hay quien anticipa que los jueces no podrán utilizar videos en un proceso, o bien porque los videos que se presentan son falsos y no se sabe si lo son, o porque aunque sean ciertos, no se podrá saber si son reales.
¿Cómo resolver estas confusiones lo real y lo virtual? Pues nos va a costar, la verdad, pero de alguna forma lo haremos. O eso espero.
En todo caso, no está de más empezar a pensar ya en todo esto.
