Vamos a comprar un poeta

«La fuente del pensamiento científico no es la razón sino la verificación exacta de una asociación proporcionada en primera instancia por la imaginación». Simon Leys.

Hace unos días compré un par de libros en «El Tiempo Perdido«, una librería pequeña y cautivante en la calle Puentezuelas de Granada (el nombre de la librería, me contaron las dependientas, viene de la fascinación de su dueño por Marcel Proust).

Allí compré «El maestro Juan Martinez que estaba allí«, de Chaves Nogales, la increíble historia del bailaor flamenco y su mujer que sobrevivieron los años de la revolución bolchevique en Rusia (ya lo había leído, pero en formato electrónico y quería tenerlo en libro físico), y un pequeño libro que me conquistó por su título: «Vamos a comprar un poeta«, del escritor, realizador de películas de animación, ilustrador y músico portugués Afonso Cruz.

En este libro de apenas 100 páginas en un formato ya de por sí pequeño, se cuenta la historia de una adolescente que se compra un poeta. Es una sociedad imaginaria, en la que el materialismo alcanza niveles exagerados. Todo se mide por números, como la cantidad de saliva que se intercambia por un beso, la ropa y los muebles están patrocinados y los nombres de las personas son combinaciones de letras y números (i.e. 76C). En este mundo, los artistas son una extravagancia porque no tienen una utilidad concreta. Pero el padre accede al capricho de la niña y adquieren un poeta como se compra una mascota.

A partir de ese momento, las metáforas del poeta trastocan la vida de la familia: «Comprendí que me estaba volviendo cada vez más inutilista,y que pensaba en las cosas solo por su belleza, sin fijarme en su valor monetario e instrumental«.

Afonso Cruz utiliza esta sátira para destapar las vergüenzas de la sociedad materialista en la que vivimos, que quizás no sea tan exagerada como la de su libro pero tampoco anda tan alejada. Remata el libro con una serie de reflexiones sobre lo contado, siendo una de ellas la que destaco al comienzo de esta entrada del blog. Esto es, que ni siquiera la Ciencia, con toda su precisión y rigor, escapa a la imaginación y la creatividad. Porque para desentrañar la realidad con el método científico, es necesario empezar con una chispa de ingenio, hace falta preguntarse por qué algo es como es y no puede ser de otra forma.

Y para esto, según Afonso Cruz, el científico necesita tener el alma de un poeta, para ser capaz de imaginar la realidad no como lo que parece ser sino por lo que podría ser.

La Ciencia y la Poesía como dos herramientas contiguas que comparten la misma rebeldía: el no conformarse con las apariencias.