La película «The Birth of a Nation», de 1915, narra como la «Reconstrucción», nombre por el que se conoce a los años que siguieron a la Gerra Civil Norteamericana, fue una etapa desastrosa, un punto de vista racista en el que se muestra a los negros como depravados violadores de mujeres y seres infantiles e inferiores. Supuso el renacimiento de una organización menor, el Ku Klux Klan, que aprovechó la publicidad de la película para crecer como nunca antes había crecido, además de enardecer aun más las actitudes hacia esa «tradición» tan norteamericana en aquella época, el linchamiento, con consecuencias tan desastrosas como la «masacre racial de Tulsa» en la que murieron 300 personas.
Las historias que contamos son un reflejo de nuestros planteamientos éticos y a su vez pueden influenciar nuestra forma de pensar. El cine, la televisión, y ahora, YouTube, Facebook, Tik Tok y lo que venga serán materiales indispensables para los historiadores del futuro, que entenderán mejor su pasado gracias a todos estos documentos. Es como imaginar cómo sería una película rodada en la Castilla de 1493: quienes son los buenos y los malos, qué temas tratan, cómo se describen las relaciones amorosas, cómo se describen las diferencias sociales, religiosas o raciales, qué es lo que consideran gracioso… Verlo hoy en día nos produciría una mezcla de sensaciones que se encontrarían entre lo cómico y lo embarazoso.
Como en cierto sentido es ver hoy en día ciertas escenas de películas de los años 30, o 60, o incluso de películas de hace apenas veinte años. Escenas que chirrían por planteamientos que normalizan abusos de género, raciales, religiosos, o que justifican violencias gratuitas. Porque la ética de hoy no es la del pasado, ni será la del futuro. Desde el presente es muy difícil distinguir lo que será obvio un día no tan lejano, ver en que nos estamos equivocando.