El dinero es importante. Te puede dar seguridad, te permite hacer cosas, viajar, comer bien, ir a espectáculos, comprarte una casa bien grande si tienes lo suficiente, con piscina, con pista de tenis, con una buena sala de juegos, con su billar, su barra para tomar bebidas con los amigotes, una mesa de ping pong, en el rincón una máquina de dardos, un pedazo de pantalla para ver los partidos de fútbol…
Pero el dinero no es lo más importante. Claro, está lo de la salud, el amor y esas cosas. Pero está, sobretodo, el tiempo. Todos tenemos un tiempo limitado en este planeta. Puedes acortarlo a alargarlo según te comportes, según trates a tu cuerpo, según te arriesgues. Pero el tic toc del reloj no para de moverse en una sóla dirección y puedes acumular dinero, todo el que quieras, pero la cantidad de tiempo que tienes en el banco temporal va bajando, de forma cruel e irreversible, se nos escapa de las manos y la mayor parte de ese tiempo se nos olvida y nos distraemos con preocupaciones absurdas.
Enésima llamada a dejarnos de tonterías y disfrutar lo que nos queda de este camino por el que vamos circulando.