Es cuestión de perspectiva. Hace unos dos mil años un soldado romano giró en el momento adecuado para evitar una flecha que le lanzaba el enemigo, una flecha que iba directa a su corazón. Sobrevivió al flechazo, a esa batalla, a esa guerra y a otros muchos peligros a los que se enfrentó, antes de que dejara embarazada a una mujer. Ésta puede que fuera romana, o una esclava, o una chica que vivía en una de las ciudades asediadas. El caso es que tuvieron un hijo, lo que le pasara al soldado romano a partir de aquí ya no importa en esta historia. El caso es que ese hijo sobrevivió a su niñez, a su adolescencia y en algún momento de su madurez dejó embarazada a otra mujer. Y así, sucesivamente, hasta hoy, momento en el que escribo estas líneas, momento en el que, quién sabe, alguien las leerá, y tanto yo como ese hipotético lector tenemos en común a ese soldado romano que tuvo la suerte de que la flecha no llegara a su destino.
Cuestión de perspectiva
