No me convertí en ateo de la noche a la mañana, fue un proceso que duró años, décadas incluso, y fue debido principalmente a las incómodas inconsistencias que encontraba en la religión: un Dios todopoderoso que no ofrece las mismas oportunidades para salvarse a todos sus súbditos; un Dios que va rectificando sobre la marcha sus opiniones sobre temas trascendentales; un Dios que permite la desinformación con múltiples versiones de su supuesto credo…
Pero están también las contradicciones más de andar por casa, la de los detalles que se pasan por alto hasta que no te pones a pensar en ellos. Como lo del problema teológico de qué pasa con el matrimonio cuando te mueres y vas al cielo. Unos saduceos desafiaron a Jesús con la pregunta acerca de una viuda que se casa con varios hermanos de forma sucesiva (ya es mala suerte para los hermanos). ¿De quién será esa mujer en el cielo? A lo que Jesús responde que a ninguno, que allá arriba lo del matrimonio no cuenta.
Vale que esto puede suponerle un respiro teológico a más de uno (eso de estar toda la eternidad con la parienta no suena a «ir al Cielo», más bien lo contrario), pero es más un ajuste chapucero para evitar inconsistencias que otra cosa. Como lo son otras cosas como lo de que los niños que mueren bautizados van directos al cielo o los malabarismos teológicos que se hacen para evitar situaciones embarazosas con el tratamiento que se hace a los homosexuales, a las mujeres, o las contradicciones flagrantes con la Ciencia.
Pero bueno, que lo sepáis los que a pesar de todo creéis en el Más Allá, a pesar de toda la tabarra que da la Iglesia da con lo de la santidad del matrimonio, sólo es algo temporal, que allá arriba se vive como ángeles asexuados…
Por cierto, aquí la parte de la biblia que habla de esto (Lucas 20: 27-36):
«Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron, diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano. Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. Finalmente murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer? Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección….»