Obsolescencia

Photo by Tatiana Syrikova on Pexels.com

Hacia el año 2006 o 2007, no estoy seguro, cometí un error. Mi primer hijo estaba a punto de nacer, y como buen padre, me compré una cámara de video para inmortalizar todos los inmortalizables momentos que me esperaban. Lo del iPhone estaba a la vuelta de la esquina, pero todavían no había llegado, así que lo de la cámara de video era lo que tocaba. A la hora de decidir por que cámara decidirme, opté por una Panasonic modelo nosequé, con cintas mini-DV, una especie de VHS en pequeñito.

Pasados los años, hace un par se semanas para ser más exactos, encontré siete y ocho de esas cintas. ¡Eureka! Les había perdido la pista, me he mudado unas cuantas veces en este tiempo, y quedaron olvidadas en una caja escondida en un trastero. Pero, bueno, ahí estaban, horas y horas de entrañables momentos de mi hijo babeando, llorando, a gatas, cambiándoles el pañal… y así sucesivamente. Infumable para cualquier otro ser humano que no sea mi mujer o yo (y yo, bueno, si me pilla en un buen día).

¿Cuál es el problema? Que sólo podía verlas en la pequeña pantalla de la cámara, porque no había forma de pasarlas al ordenador. La tecnología «mini-DV» se ha quedado tan anticuada que los ordenadores con Windows 10 no son capaces de reconocer la información que les llega de ese aparato ante-diluviano… !Y sólo han pasado poco más de 10 años!

Si en su momento hubiera optado por una cámara que grababa en directamente en formato digital, que las había, no hubiera tenido este problema, pero entonces todavía la calidad de esos formatos no era demasiado buena, así que opté, equivocadamente, por el a-punto-de-palmarla «mini-DV».

Al final lo he resuelto, recuperando un viejo portátil que tenía en el garaje con Windows Vista, que sí ha sido capaz de «reconocer» las señales digitales de su camarada contemporáneo. Ahora tengo unas cuantas horas de «momentos inolvidables» de mis hijos, pero esta anécdota me ha hecho darme cuenta de lo vertiginosos que son los tiempos en los que vivimos, una última década en la que me he cambiado varias veces de portátil, de teléfonos móviles, de coche, de televisión, de nevera, de aspiradora… El único electrodoméstico que ha permanecido con nosotros todo este tiempo ha sido, creo, el micro-ondas.

Y luego nos preguntamos que lo de medio ambiente no pinta bien…