Los «Occidentales» vivimos en un universo de mitología norteamericana, gracias al poder del cine y la televisión. La Guerra de Secesión norteamericana de 1861-1865, por ejemplo, es bastante conocida gracias a películas que la cuentan directa o indirectamente, desde «Lo que el viento de llevó» a «Bailando con lobos», practicamente todo el mundo en Europa o Latinoamérica sabe quién es el tío ese de barba-sin-bigote que tiene una estatua enorme allá en Washington, sentado en su silla.
Pero en Europa o América no sabemos que por la misma época sucedió la «Rebelión Taiping«, la guerra más sangrienta hasta la llegada de la Segunda Guerra Mundial (y por poco). ¿Por qué? Porque sucedió en China y (todavía) no tenemos películas «occidentales» que nos la cuente: un «professor», Hong Xiuquan, que dice que es «el hermano menor de Jesucristo» crea un estado teocrático, el Reino Celestial de la Gran Paz, se hace con el control de una parte de China y provoca una guerra civil que durará 13 años (desde finales de 1850 a principios de 1864) y dejará más de 20 millones de muertos (hay quien dice que mucho más).
Y yo sin enterarme. Tenemos que abrir un poco más el foco de la historia para poder apreciarla.