Matar despacio, matar rápido

El ejército de Estados Unidos disponía de revólveres Colt M1892 de 38mm cuando entró en guerra con Filipinas, la guerra que empezó justo después de la independencia de España cuando los tagalos se dieron cuenta que lo de «independencia» era un efuemismo.

El caso es que los americanos tenían esos revólveres de 38mm, que son unas balas relativamente pequeñas, y los tagalos, con la inercia que te da estar durante décadas en guerra, estaban especialmente motivados por lo de morir por la patria y eso, lo que constrastaba con la motivación del soldado yanqui de turno, que seguramente no sabía ni poner en un mapamundi dónde coño se encontraban. Y había algo de lo que se comunicaba en los informes que llegaban a Washington que se repetía de forma demasiado usual: lo de encotrarse un filipino muerto con 6 balas, de las de 38mm, entre pecho y espalda junto al cuerpo de un soldado estadounidense acuchillado con un revólver con el cilindro vacío. Y es que las balas de 38mm matan, pero no lo suficientemente rápido como para defenderte de un enemigo espcialmente motivado.

Así que, cosas de las curvas de aprendizaje, decidieron cambiar de revólver incrementando el calibre a 48mm, balas que, estas sí, te pueden dejar seco en el acto.