Karma canino

A los rusos les pareció buena idea acoplarles unas bombas al lomo a unos perros para lanzarlos contra los tanques enemigos. Hay que decir que estaban algo desesperados, con los nazis ocupando buena parte de su territorio como consequiencia de la primeras fase de la Operación Barbarrosa, así que recurrieron a una loca idea que llevaban un tiempo gestando, entrenando perros para ello y todo eso.

De los primeros 30 perros que «lanzaron» contra el enemigo, 4 consiguieron su objetivo, 6 mataron a rusos en lugar de animales porque los pobres chuchos volvieron a donde estaban sus amos. El resto, acribillados por el camino, por unos y otros.

Y es que la idea, de una brillantez psicópata sobre el papel, no era fácil de ejecutar: los perros tenían que ser entrenados para acercarse a un ensordecedor engendro mecánico, con traqueteo de las ametralladoras y explosiones por doquier. Los rusos, para entrenarlos, no tenían combustible y recursos para hacer un entrenamiento decente y, para más inri, los tanques alemanes funcionaban con gasolina y los rusos… ¡con diesel! Así que los perros, con ese extraordinario olfato que tienen, se iban hacia los tanques que conocían, los suyos.

Total, que la idea acabó por desecharse, ya que lo del perro-bomba era más peligroso para ellos que para el enemigo.