La importancia de llamarse Fractal

Benoit Mandelbrot contaba que hasta que no bautizó sus descubrimientos matemáticos, éstos no eran más que un conjunto de interesantes observaciones. Pero en 1975, forzado por su editor que quería un nombre para lo que estaba publicando, no se le ocurrió ponerle nombre. Encontró la palabra latina «fractus» y bautizó sus descubrimientos como «fractales», y a partir de ahí el conjunto de sus ideas se convirtieron en un poderoso concepto que tomo vida propia.