Sufrimos de la tendencia de darle más importancia a las cosas equivocadas, mientras lo más importante queda en segundo plano, queda para después, para un «ya me ocuparé luego».
Y el reloj, impasible, sigue haciendo sonar su tic tac.
Sufrimos de la tendencia de darle más importancia a las cosas equivocadas, mientras lo más importante queda en segundo plano, queda para después, para un «ya me ocuparé luego».
Y el reloj, impasible, sigue haciendo sonar su tic tac.