Todos los libros sobre como escribir historias hablan de la importancia de los personajes y sus procesos de cambio. Una historia sin un protagonista que vaya a sufrir un proceso de transformación no es más que un texto sobre «cosas que pasan».
Y, vale, lo entiendo, pero a mi me gusta escuchar «cosas que pasan», porque me gustan los documentales, la historia, los libros de divulgación. Supongo que una cosa es una novela, o un cuento, y otra un documental sobre algo que ha pasado, pero la realidad es un continuo, no está perfectamente delimitada en categorías, así que, de alguna forma, debe existir un híbrido entre una novela, con sus personajes y sus transformaciones, y un documental, con sus hechos y sucesos, y quizás lo que pasa es que, simplemente, no tiene nombre. Pero el éxito de todas esas series biográficas, o documentales sobre crímenes que se dramatizan con secuencias rodadas con actores, quiere decir que sí, que ese terreno híbrido existe y gusta.
Por otra parte, no sé si hay algo de estereotipo, de mecánica de contar historias, que funciona, pero que a fuerza de repetirla la estamos agotando.