Tierraplanismo vírico

Tengo algún amigo que no quiere ponerse las vacunas para protegerse del COVID. Es un medicamento experimental del que no se saben los efectos a largo plazo, dicen, y en esto tienen razón. Y le dedican más tiempo a leer sobre el tema, mucho más del que yo le dedico, que me limito a aceptar la opinión oficial sobre el tema. Sobre el papel creo que tienen el derecho a desconfiar del tema y puede que algunas de las medidas en contra de la gente que no se vacuna pueden ser extremas. Pero, pero, pero…

Sin tener a mano estudios sociológicos que lo corroboren, basándome sólo en mi experiencia directa, las personas que están en contra de las vacunas suelen tener querencia por las conspiraciones, por las teorías acerca de las grandes corporaciones que traman maquiavélicos planes, por los gobiernos en la sombra, por secretos oscuros que sólo ellos son capaces de ver. Por otra parte le dan mucha más importancia a la libertad individual que al bien colectivo. Ellos por encima de todo, un individualismo recalcitrante que peca de insolidario, un yo-mi-conmigo que les pone en el centro del Universo.

Estos dos puntos no creo que sean independientes. El pensamiento conspirativo requiere de un punto de vista egoista, requiere ser el centro de tu Universo, requiere que uno se sienta el protagonista de su existencia, algo que llevado al extremo invita a asaltar capitolios, al tierraplanismo, a la negación de una pandemia, o el no aceptar unas vacunas que salvan vidas.