Robespierre lideró entre 1793 y 1794 el periodo conocido como el «Reino del Terror» de la Revolución Francesa, en el que se guillotinó a cualquier persona que no estuviera a favor de sus planteamientos. Miles de personas murieron, hasta el punto de no saber quién iba a ser el siguiente, ya que el concepto de «estar en contra de la Revolución» se fue ampliando paulatinamente.
Así, un día Robespierre pronunció el enésimo discurso en el que parecía que iba a depurar a nuevos traidores, y como ya nadie sabía de quién puñetas estaba hablando, a la mañana siguiente Robespierre fue acusado de dictador y detenido. Tras una escaramuza en la que escapó y fue capturado, acabó siendo guillotinado en la misma plaza en la que rodaron más de mil cabezas en los meses anteriores.
Y lo curioso es que Robespierre, antes de este periodo, fue conocido como una persona que estaba firmemente en contra de la pena de muerte.
Hay veces que es mejor no cambiar de opinión.