¿Cuál es el mejor gol que has visto?

Ésta es una pregunta que formulan en un documental sobre fútbol y hablan de goles históricos, espectaculares, decisivos. El que lo elegiría yo no lo ví, sólo lo escuché.

Era diciembre de 1985, el Real Madrid había perdido 5-1 en la ida pero a pesar de la abultada derrota había ambiente de remontada. Yo tenía 13 años, lo escuchaba por la radio, sólo, en la cocina, hasta que en los minutos finales llegaron mi padre y mi hermano mayor. Y ahí estuvimos, pegados al transistor, con un 3-0 que llegó en el minuto 77. En el 89, Santillana metió el cuarto, el que nos clasificaba. Mi padre, mi hermano y yo saltamos de alegría, nos abrazamos y reímos.

Ese gol no lo vi, sólo lo escuché. Cuando lo emitieron por la tele más tarde vi que no fue un gol bonito, sino un trastabillado, que lo metieron a trompicones, por puro empuje. Pero no importaba, lo relevante fue la épica del momento y, en mi caso, ese instante de éxtasis compartido con mi padre y mi hermano.

Momentos que son difíciles de encontrar fuera del fútbol.