El pasado se recuerda como algo discontinuo, intermitente, disperso, en pedazos discretos, recordamos más unos momentos que otros, como si todos los segundos que hemos vivido no contaran lo mismo. Los recuerdos no siguen los ritmos lentos y detallados de una película francesa de los 70 o una novela de Marcel Proust, son más bien un anuncio vertiginoso de 20 segundos, el atropellado trailer de la película de tu vida, una caja repleta de fotos desordenadas.
Recuerdos discontinuos
