Un cómico se convierte en presidente de un país. Cosas del mundo actual, en el que la política y el espectáculo se entremezclan. El líder de un país rival, hombre de hierro con pasado de espía, piensa “Ésta es la mía”, y decide invadirles. ¿Cómo va a resistir un mequetrefe como ese? El país, liderado por un incompetente, se derrumbará como un castillo de naipes ante mis tanques.
Pero no, el cómico no se amedrenta, todo lo contrario, demuestra un liderazgo que traspasa fronteras, se convierte en un símbolo de la libertad a nivel mundial. Y el que se hunde es el “presidente” agresor, que ve su liderazgo, en su propio país, puesto en entredicho.
Lo interesante de esta historia es que nuestras circunstancias pasadas no tienen por qué predecir como nos vamos a comportar en el futuro. En el mejor de los casos, quizás, todos escondemos a un líder que es capaz de enfrentarse a cualquier obstáculo que nos pongan por delante.