Famosos intergalácticos

A lo mejor eres famoso en algún sitio lejano y ni te has enterado. Que estas cosas pasan, como le pasó a Sixto Rodríguez, cantante sin éxito de Michigan que después de grabar dos álbums a principios de los 70 dejó la música para dedicarse a la construcción, concretamente en temas de demolición, que ya que te pones a trabajar en ese ramo es probablemente de lo que más mola. A lo mejor se especializó en tumbar edificios por la frustración que le dejó el que los discos que grabó pasaran desaperdibidos, y acabó por tirar la toalla hacia mediados de esa década.

Y pasaron los años, y él dale que te dale con la bola de hierro colgante, y su activismo político, que parece que por su zona estuvo siempre implicado en esto y aquello, y no se enteró de que en Sudáfrica vendía más discos que Elvis Presley, que algunas de sus canciones eran prácticamente himnos por aquellos lares.

Pero, claro, era la época del Apartheid, con todo el aislamiento que aquello significaba, y esa vida antediluviana en la que el Internet no existía, sin un Wikipedia ni un TikTok que echarte a la boca. Y tal era la cosa, que los sudafricanos pensaban que Sixto estaba muerto, que se había suicidado para mas inri. Hasta que unos fans empezaron a buscarle a mediados de los 90 y descubrieron que no, que su mito vivía en Detroit, en la misma casa de siempre, en un barrio humilde, y que por allí era Sixto, el de la bola colgante.

¿Que no habéis visto el documental Searching for Sugar Man? Pues haced el favor de verlo, que parece que es una broma, pero que no, que todo esto ha pasado (y lo cuentan mucho mejor, claro).

El caso es que, como decía, a lo mejor somos famosos por algún lado y no nos hemos enterado. El Internet y la Globalización lo hacen un poco más difícil, claro, porque todos estamos a unos pocos clicks de distancia de ser encontrados, es lo que tiene el rastro digital, que si no te encuentran por Facebook te encuentran por LinkedIn, o por un video chorra de TikTok. Pero, quién sabe, ¿no dicen que no estamos solos? A lo mejor las ondas electromagnéticas, en sus andares por los confines del Universo, llegan a galaxias lejanas, con sus millones de planetas, con unos cuantos de ellos habitados, y un puñado con vida inteligente. Y nuestro video de TikTok, que aquí ha pasado desapercibido, es la hostia en alguno de esos planetas, hace las delicias de grandes y pequeños, todos imitan el bamboleo de tus caderas, y te consideran el Elvis Presley de esa generación de extraterrestres. Quién sabe… como poder ser… Lo malo son los miles de años que tardan las ondas electromagnéticas en llegar a potenciales planetas habitados, que para cuando los fans nos quieran encontrar lo mismo que ya no nos encuentran…

Pero bueno, que nos quiten lo bailao.