Como el aire que respiramos

Las cosas más importantes las damos por sentadas, como que no le damos importancia. Y no es un pensamiento poético ni cosas de esas, es que literalmente la palmamos si nos faltan. Sin ir más lejos, lo más básico: el agua. Puede que le tengas más cariño a los gintonics, o a las cañitas que te tomas con los amigos en el bar, y el agua no tiene nada de glamour (a no ser, claro, que sea una botella de Beverly Hills 9OH20 Luxy Collection Diamond Edition, con su «gran sabor proveniente the las fuentes de norte de California«… si mi abuela levantara la cabeza…). Pero, vamos, que sin agua no duramos más de tres días. Y si apuramos un poco más, el aire que respiramos, sin el cual no duramos más de… (lo estoy buscando)… más de dos minutos, aunque el record mundial está en 22 (que ya son ganas de batir un record).

Así que ahí los tenemos, el agua y el aire, tan esenciales y no le damos importancia, a pesar de que están alrededor de nosotros todos los días, en cada momento. Y aquí viene el momento en el que sí me pongo filosófico, y poético, hasta cursi… ¿cuántas cosas de las que tenemos a nuestro alrededor son importantes y no le damos importancia? ¿Qué personas son como el agua y el aire que respiramos, que no apreciamos, porque le damos más importancia a las personas más molonas, a las equivalentes a los gintonics y las cañitas que nos tomamos?…

Ahí lo dejo.