El derecho a portar armas vs agarrar por los genitales

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Lo de la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos (la del derecho a portar armas) está al nivel de muchos de los preceptos de la Biblia, como el de Deuteronomio 22:11: «No vestirás ropa de lana y lino juntamente«; o este otro de Deuteronomio 25:11: «Si dos hombres se pelean y, por defender a su esposo, la esposa de uno de ellos se mete en el pleito, y agarra al otro por los genitales, 12 ustedes deberán cortarle la mano a esa mujer. No le tengan piedad«.

A lo mejor los antiguos «se vieron obligados» a poner estas normas porque era un verdadero problema de orden público en aquella época: prácticamente todos los días con casos de esposas, vestidas a lo loco, mezclando tejidos sin ton ni son, que en su afán por defender a sus maridos no hacían más que tocarle las pelotas, literalmente, a todo quisqui. A saber cómo se las gastaban en Judea hace dos mil quinientos años, pero los tiempos cambian y, diría yo, la norma ha quedado algo desfasada.

Sin embargo a los defensores de la Segunda Enmienda en Estados Unidos no les entra en la cabeza que cuando sus «padres fundadores» la escribieron en su Constitución hace 250 años el contexto era diferente al actual, un contexto en el que la gente vivía bastante aislada y no podía confiar en que nadie les ayudara de un momento para otro, en la necesidad de que los ciudadanos tuvieran armas a su disposición por si los británicos les atacaban, en una época en el que los fusiles disparaban una bala y tardabas varios minutos en cargar y disparar otra vez. Que hoy en día sí que existe un cuerpo policial que está en disposición de acudir en pocos minutos a un incidente, que hoy existen armas que disparan decenas de balas en un instante, como el rifle AR-15 que fue utilizado en el reciente asalto de un colegio en Texas, armas que no tiene sentido que nadie tenga en su casa.

«Las armas no matan a la gente, son las personas las que matan a la gente«, decía una mujer que era entrevistada en el mismo pueblo de Uvalde, lugar en el que acaba de suceder la última tragedia. Un comentario que muestra la irracionalidad y el fanatismo con el que la gente entiende su Segunda Enmienda, inmunes a los horrores de la última matanza que aparece en las noticias, o de los miles y miles de muertes y suicidios que podrían evitarse si el pais no fuera el líder mundial de armas por habitante.

Podríamos responderle algo como: «Señora, sí, la gente es la que mata, pero rifles de asalto semi-automático multiplica por 20 las muertes que cualquier loco pueda provocar«. Pero no sé si lo oiría, porque no creo que esté escuchando.