Acababa de aparcar el coche, todavía estaba dentro, cuando de repente WhatsApp empezó a mostrar mensajes de hace 5 años como si fueran nuevos. “Pero, ¿qué es esto?”, escribí en uno de los grupos, no sabía si era una broma de alguien o si el sistema estaba fallando y estaba recargando mensajes antiguos. El primero que contestó… ¿fui yo? El mensaje que apareció provenía de mi mismo número, aunque con una fecha del pasado. ¿Qué broma era esta? ¿Era cosa de Alberto? Él era el experto en tecnología, pensé que me había hackeado el teléfono y se estaba cachondeando de mí, así que le seguí el rollo. Me escribí a mí mismo que, si era mi yo pasado, que debía invertir en Tesla, en Alphabet y en Amazon, que estas empresas todavía estaban creciendo, y en empresas de medicina, que una pandemia iba caer a plomo sobre todos nosotros. Y de paso le dije los campeones de Liga y de la Champions de los últimos años, que tenía que apostar un buen dinero por esos equipos.
Cuando acabé de enviar el último mensaje salí del coche, sonriendo, y me quedé de piedra cuando cerré la puerta. No era el Ford Focus que estaba conduciendo hacía tan solo un momento. El auto que tenía frente a mí era un Jaguar F-Type, un biplaza gris, reluciente, espectacular. Tenía la llave en la mano, apreté uno de los botones y lo que se oyó fue el bip-bip que indicaba que el coche se acababa de cerrar. Me giré y me percaté de que no me encontraba en la calle en la que había aparcado hacía unos momentos, sino frente a una casa enorme, con jardín y piscina.
Entonces, súbitamente, me invadieron todos los recuerdos: mi incredulidad por la broma de los mensajes que venían del futuro, mi sorpresa al comprobar el primer año que la Liga y la Champions habían sido ganadas por los equipos que me fueron pronosticados, el seguimiento en bolsa de las empresas que me había recomendado, mis primeras inversiones y apuestas, tímidas al principio, fuertes y decididas después, el momento en el que compré la casa y el coche con el dinero que había ganado.
Todo gracias a un “glitch”, un fallo temporal de WhatsApp que abrió una ventana entre dos momentos diferentes del tiempo. La mayor parte de la gente no sabe que esto sucedió, los que han oído hablar de ello piensan que es cosa de unos cuantos locos que publican bulos por Internet, pero yo sé que pasó, porque me sucedió a mí. Yo lo aproveché para lucrarme, y eso esta muy bien, pero otros lo aprovecharon para conseguir fines más importantes. Como el de la persona que le escribió a un amigo para que se hiciera las pruebas que le permitirían curarse de un cáncer; ese amigo hoy está entre nosotros. O el ex-marido que le dijo a su yo pasado que si quería salvar su matrimonio y la relación con sus hijos tenía que dedicarle más tiempo a la familia; hoy no es ex-marido. O simplemente las personas que se dijeron a sí mismas que no se preocuparan demasiado por los problemas que tenían en ese momento, que el tiempo pasa, que lo que parece una montaña no es más que una colina, que tras esa colina existe un hermoso paisaje.