“Vivimos en un constante conflicto entre las ideas perfectas y coherentes que nos rondan por la cabeza y una realidad que se empeña en no ajustarse a esas ideas. Y nos frustramos por ello, como si a la realidad le importara un pimiento lo que a nuestra diminuta cabecita le da por cavilar”.
“Me pasas el kétchup”, le responde el marido.
Ella se lo pasa y continúa:
“Y la culpa la tiene el cabrón de Platón, que con el concepto de sus “ideales” puros contaminó todo el pensamiento occidental de los últimos dos milenios”.
“¿Queda mayonesa?”
La mujer, al escuchar el nombre de la salsa hecha con huevo, aceite, vinagre y sal, se levanta de repente, abre los brazos y dice:
“¿Mayonesa? ¿Has dicho mayonesa?”
“Sí, ¿por qué?”, pregunta el marido extrañado.
“Pues porque… “, y en este instante la mujer empieza a cantar, mientras mueve las caderas:
“MA-YO-NE-SA ella me bate como haciendo mayonesa
todo lo que había tomado se me subió pronto a la cabeza
MA-YO-NE-SA ella me bate como haciendo mayonesa
no se ni como me llamo ni donde vivo (ni donde vivo) ni me interesa”.
Al acabar el estribillo la mujer se vuelve a sentar en la silla, mientras el resto de los clientes del restaurante la miran descojonados.
“Maripili, tú estás muy mal…”.
“No Paco, lo que pasa es que no encajo con ese ideal de mujer que tienes metido en esa cabecita, porque yo soy real, imperfecta, con aristas, rumbera, y a mucha honra… así que la culpa no es mía, es del cabrón de Platón… Y toma, aquí tienes la mayonesa”.