Sacrilegio cósmico

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«Un puñado de arena contiene unos 10.000 granos, que ya es un número superior al de estrellas que podemos ver en una noche despejada… pero el número total de estrellas en el Universo es mayor al número de todos los granos de arena de todas las playas de la Tierra».

Es curioso que el lenguaje, el sistema de sonidos que los humanos inventaron para comunicarse entre ellos, sirva tanto para expresar un párrafo tan inspirador como el anterior, que forma parte de uno de los capítulos de la legendaria serie Cosmos de Carl Sagan, como para expresar algo tan diferente como lo siguiente:

«Yo soy Cristofe, yo vivo en Ganímedes, estoy dentro de la nave controlando las placas y controles. Bendito sea de la nave estrella, benditos seais todos en el nombre de Ganímedes… Al mundo vendrán, dentro de poco, 13 millones de naves de una confederación intergaláctica, de Ganímedes, de constelación Orión, de Raticulín, de Alfa, de Beta. Todo esto se está preparando ya…».

Y con este comentario consigo el dudoso honor de ser, probablemente, el primero en toda la historia de la humanidad en poner el nombre del grandioso Carl Sagan al ladito del de Carlós Jesús.

Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir…