El proyecto SETI ha encontrado vida inteligente. Desde algún lugar tras la estrella Beltegeuse, en la constelación Canis Minor, los radiotelescopios reciben señales equivalentes a nuestras emisiones de televisión, emisiones que una vez amplificadas nos muestran, en vivo y en directo, el mundo de una civilización extraterrestre con un nivel tecnológico similar al de los humanos del siglo XX. Tras años de secretos y debates entre científicos y gobernantes, se decide emitirlas en abierto a todo el mundo.
Películas, documentales, publicidad, noticias transmitidas desde aquel planeta hace miles de años, que es el tiempo que la señal tarda en llegar a nosotros, tienen un poder hipnótico para toda la humanidad. Los lingüistas son capaces de descifrar los diferentes idiomas que hablan, nos familiarizamos con su sociedad, su historia, sus alegrías, sus problemas, un Gran Hermano galáctico al que nos enganchamos durante décadas, mientras esperamos que los mensajes que les enviamos lleguen a su destino, algo que no sucederá hasta dentro de varios milenios.
Pero las noticias se vuelven paulatinamente más oscuras. Un conflicto que se ha ido larvando durante años desemboca en una guerra global causada por una mezcla de sectarismos, religiones, nacionalismos… ¿Por qué se comportan de esa forma tan infantil y estúpida? Desde nuestro planeta se ve como un conflicto totalmente evitable, seguimos con el corazón en un puño la evolución de ese conflicto planetario que incrementa paulatinamente su grado de crueldad y exterminio.
Hasta que después de unos años llega el silencio…Ya no escuchamos nada… Aquel mundo, tan parecido al nuestro, que no sabía que estaba siendo observado, se ha autodestruido. ¿Servirá esto, al menos, para salvar el nuestro?