Lo de planificar está bien. Es necesario pensar a donde te diriges, como vas a llegar, que vas a hacer cuando llegues allí… Nos proporciona cierto nivel de control, nos reconforta, pero es curioso que muchas de las cosas importantes que te pasan en la vida no son realmente planificadas, a menudo lo interesante aparece de forma inesperada, de sopetón, a golpe y porrazo. Pero es necesario estar sintonizado con la actitud adecuada para que no se te pasen por alto las oportunidades imprevisibles: la actitud de planificar lo implanificable, la de prepararte para lo inesperado, de apreciar lo inapreciable, no desestimar las menudencias, salirse del camino para ver que hay por ahí, comerse los bordes, no tirar nada, aprovecharlo todo.