Azar, existencia y esas cosas

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Desde el espermatozoide que gana una carrera en la que participan varios millones de «corredores», que es el que ha determinado quién eres tú, a la casualidad de entrar en el bar en el momento adecuado, y no en otro, para conocer a tu pareja, o el virus de la peste que no mató a alguno de tus antepasados, o el tigre dientes de sable al que se le escapó por los pelos tu tatara-tatara-tatara-etc-abuelo. La vida es puro azar.

A alguno le puede dar por dar un halo de predestinación a toda la sucesión de eventos que han determinado que tú leas estas líneas, pero no seas iluso, ha sido una interminable cadena de sucesos aleatorios, sin sentido ni objetivo.

Pero de la misma forma que no es posible predecir con seguridad el resultado del lanzamiento de un dado pero puede predecirse el resultado del lanzamiento de 100.000, es posible que no seamos capaces de predecir la existencia de cualquiera de nosotros pero sí la existencia de todos nosotros. Una «ley de grandes números» existencial.

Y hasta aquí la irreflexión de hoy, a ver si otros días tiene más sentido lo que escribo…