Fake News, no so new

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Las «Fakes News», una de las expresiones que están más de moda hoy en día, una novedad de estos tecnológicos tiempos en los que vivimos… ¿o no?

La expresión «Fake News» es nueva, pero su concepto no lo es, ya que ha sido habitual a lo largo de la historia de la humanidad: la caza de brujas, la leyenda negra que Inglaterra difundió sobre España, Octavio Augusto acusando a Marco Antonio de borracho, los periódicos americanos acusando a España de explosionar el Maine en la Habana, las acusaciones de los británicos durante la Primera Guerra Mundial acerca de los alemanes extrayendo grasa de los soldados muertos para hacer jabón…

Y, por qué no, tocando temas más sensibles para algunos, los sucesos milagrosos que son el fundamento de muchas religiones, los ovnis, los fantasmas…

Propaganda, leyendas urbanas, confusiones que se convierten en verdades oficiales, el poder de las «fake news» en el pasado fue probablemente mayor del que es ahora, porque hoy las desinformaciones se propagan de forma vertiginosa gracias a las redes sociales, pero al mismo tiempo existen más mecanismos para contrastar la información. ¿Qué posibilidad tenía una persona de hace cientos de años, viviendo en un pueblo, de entender lo que realmente pasaba a su alrededor? Si le contaban a la luz de la chimenea que existían mujeres que pactaban con el diablo por las noches, que eran las responsables de los males que sufría su región, dicho por personas «respetables» de su comunidad, pues lo más seguro es que se lo creyera y estuviera a favor de quemar en la hoguera a esas mujeres.

El hecho de que seamos conscientes de las «fake news», de sus peligros, de que seamos capaces de identificarlas, nos pone en una situación mucho mejor de la que tenían nuestros antepasados.