La historia de Estados Unidos en el siglo XIX es algo así como un experimento sociológico de la creación de un país.
Un vasto, vastísimo territorio, del tamaño de la vieja Europa, con una densidad demográfica mínima. Unos habitantes de origen europeo ávidos de ocupar territorios, sin importarles los derechos de los que ya lo estaban habitando, los indígenas americanos.
La imagen de la carrera de la película “Un horizonte muy lejano” en la que se entregan tierras gratis en Oklahoma para el primero que las pille es una muestra del contexto que se vivió en Estados Unidos a finales del siglo XIX. Tiene un trasfondo de injusticia con los “indios”, pero es una de las razones del crecimiento de un Estados Unidos que ha influenciado tanto el siglo XX.
Entregar tierras gratis a las personas para que las exploten… Es un concepto con toques “socialistas” para el país “capitalista” por excelencia… En cierto sentido está relacionado con conceptos como la renta universal que algunos economistas promueven.
¿Sería posible hacer algo parecido en el presente? No tenemos tierras que repartir hoy en día, pero tenemos algo que podría utilizarse de forma parecida. ¿Y si repartiéramos cryptocurrencies a todo quisqui? Con la condición de que los “exploten”, que sirvan para invertir en economía real. En realidad es algo que se puede hacer con el dinero “normal”, imprimiendo más billetes con el consabido efecto de generar más inflación. Pero la falta de control central que conlleva el mundo de las cryptocurrencies cambia las reglas del juego y seguramente los “efectos tradicionales”. El dinero no es más que una convención, vivimos en dentro de un mundo virtual de Monopoly, constreñidos por las reglas que nos hemos impuesto. Cambiemos el juego, cambiemos las reglas, seamos más ambiciosos en lo que se puede conseguir. ¿Por qué no?