Año 2236. Un martes de Marzo en Enugu, Nigeria. Los drones vuelan silenciosos, repartiendo de forma eficiente los productos que transportan. Las casas producen la energía que consumen a través de unos techos y paredes que aprovechan el sol que se refleja en ellos y de las turbinas eólicas que se reparten por su superficie. Todo el mundo trabaja desde sus casas, ya que las tareas manuales son responsabilidad de robots y los sistemas de realidad virtual y realidad aumentada permiten generar los espacios necesarios para trabajar en equipo, en una semana laboral de 3 días. Los niños sí que van a las escuelas, es necesario para su desarrollo personal, y todos tienen tutores personalizados, ingenios de inteligencia artificial que ajustan el aprendizaje de los jóvenes a sus necesidades. La gente se va de vacaciones a Marte, nadie posee vehículos privados, ya que el transporte es un servicio al que recurres cuando lo necesitas…
Nada de esto es especialmente original, no son predicciones innovadoras, son meras extrapolaciones de lo que vemos hoy, es como seguir la trayectoria de una piedra que alguien ha lanzado y predices con la mirada dónde va a caer. Pero el futuro no será como el descrito en el párrafo anterior, será diferente, la piedra no caerá donde pensamos.