Nuestro rol en la realidad

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La sociedad en la que vivimos es un juego de rol, un gigantesco «Dragones y Mazmorras» en el que todos asumimos un rol, alguien dicta las normas, alguien tira los dados y nos dice qué es lo siguiente que va a pasar.

Existen y han existido diferentes versiones de este juego: tenemos el tablero del gran sueño americano; la versión islamista, con variantes chiíes y shiíes; el del apartheid o las sociedades esclavistas; la legendaria del Imperio Romano; la Comunista, con versiones stalinistas, maoistas, castristas o norcoreanas; o incluso, para darle una vuelta de tuerca a la cosa, la Comunista/Capitalista de Xi Jinping… Y así sucesivamente, como dijo aquel.

Son juegos que cambian, que evolucionan, y ahora vienen con un upgrade tecnológico que va a acelerar ese cambio. Se trata de la realidad aumentada. Hoy una persona puede pasarse por otra en Internet, puede crear perfiles con fotos e informaciones que no se corresponden con su yo fisco, toman el rol de otras personas, las personas que quieran ser. La tecnología permitirá pronto llevar esta suplantación de la persona física al mundo real a través de la realidad aumentada. Llegará un día en el que todas las personas portarán artilugios que les permitirá ver más allá de lo que es visible en el mundo real, además de ajustar esa realidad para retocarla, adornarla, embellecerla.

Algo treméndamente confuso, incluso escandaloso, para una persona de principios del siglo XXI. Pero, ¿no estaría también confusa una persona que trajeramos en una máquina del tiempo desde del siglo I a nuestro presente? No olvidemos que todo esto empieza como un juego, y las reglas del juego cambian continuamente.