Los ordenadores cuánticos están a la vuelta de la esquina, con su enorme capacidad computacional, su estados superpuestos y el minino de Schorindger maullando como un poseso entre los procesadores.
Así que los humanos vamos a hacer un upgrade a nuestra capacidad técnica, a un nivel no correspondido por nuestra capacidad intelectual. El resultado es que vamos a disponer de un martillo enorme y poderoso, pero nos van a faltar clavos a los que golpear, y lo que es más importante, una idea clara de dónde tenemos que clavarlos, para qué, o si necesitamos clavar algún clavo.
Pero como nos va a gustar mucho el martillo vamos a ver clavos por todas partes, como Quijotes viendo gigantes donde sólo hay molinos. Y menuda va a ser la ostia que nos peguemos cuando ataquemos a esos molinos…