Exite el estereotipo del artista alcoholizado, que depende de su propia autodestrucción para conseguir la genialidad. En esta liga tenemos a Hemignway, a Truman Capote, a Frank Sinatra.
Leyendo una autobiografía de Stephen King descubro que él fue alcohólico también, de hecho el personaje de «El Resplandor» está en cierto sentido basado en él, y que reconoce que no recuerda nada del proceso de escritura de su novela «Cujo». Pero dejó de beber, asumiendo que perdería su habilidad para escribir best sellers, pero no, siguió escribiendo estando sobrio y siguió teniendo éxito.
Así que lo de el alcohol, o las drogas, como excusa para la creación, bueno, pues eso, que tiene algo de excusa…