Kalashnikov vs Despidos

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Lo que en principio es bueno para un individuo puede tener un efecto perverso si se aplica a toda la sociedad. Un ejemplo es derecho a tener armas que muchos defienden en Estados Unidos (lo tienen en su Constitución): una persona se siente más segura porque puede defenderse, pero si el número de armas es demasiado alto en todo el país, el país en su conjunto se vuelve más inseguro. Para los europeos esto es impepinable, no hay mucho lugar para el debate sobre si está bién que todo el mundo tenga una buena escopeta en su casa, la respuesta es: no, es una locura.

Pero hay otros ejemplos de «lo bueno para el individuo no tiene que ser bueno para la sociedad en su conjunto» en los que no existe tanto consenso. Por ejemplo: el nivel de protección necesario para los trabajadores.

En principio debe existir un nivel de protección al trabajador que evite que el empresario le trate como un bien más de producción. No es lo mismo comprar una maquinaria nueva que contratar una persona, por la cosa de respirar, que te puede dar conversación y hasta caerte bien y eso. El problema es si el nivel de protección es excesivo, por ejemplo, con despidos que pueden ser demasiado caros para los empresas. En principio está muy bien para el trabajador, si le despiden dispone de una compensación que le permitirá buscar otro empleo sin demasiada presión, pero es a costa de una empresa que si le ha tenido que despedir probablemente es porque está pasando por dificultades. Así la paradoja es que el trabajador dispone de una buena suma de dinero pero no le va a ser fácil encontrar trabajo rápidamente porque las empresas en su conjunto son reacias a contratar otra vez en condiciones de incertidumbre.

Aquí el despido caro es como el arma que una persona tiene en su casa de Oklahoma: bueno para el americano que quiere defenderse, pero malo para el conjunto de su sociedad porque la probabilidad de que las disputas que surjan entre sus habitantes se resuelvan a tiros es bastante grande.

La mayor protección que un trabajador puede tener es que exista pleno empleo, de tal forma que un empresario tenga que cuidar bien a sus empleados, no porque la ley lo exija sino porque si no lo hace ese trabajador se irá a otro sitio que lo traten mejor. Y para que esto suceda es necesario buenas empresas, que el empresario no sea percibido como un sospechoso, que los gobiernos diseñen políticas que den el nivel de protección necesario para los trabajadores pero que también creen las condiciones requeridas para la creación y el crecimiento de las empresas. Los impuestos, al fin y al cabo, se pagan a partir de la riqueza que las empresas generan.