En el trigésimo octavo episodio de la primera temporada de Pokémon, Pikachu detiene unos cohetes, provocando una explosión enorme que ilumina la pantalla con luces rojas y azules. Una escena tan intensa que provocó un ataque de epilepsia sensitiva en los televidentes, muchos de ellos empezaron a experimentar visión borrosa, dolores de cabeza, mareos y náuseas, unos cuantos tuvieron convulsiones, ceguera momentánea e incluso pérdida de conciencia. 685 niños y niñas fueron llevados al hospital, la mayoría recuperados durante el trayecto en ambulancia, unos 150 fueron admitidos en el hospital. El suceso se repitió cuando un informativo retransmitió las imágenes para dar la noticia…
Éste un caso extraordinario por el impacto físico e inmediato de un contenido audiovisual en una población. Pero existen otros efectos más sutiles, profundos y duraderos que no son tan fáciles de discernir. Las películas, las series de televisión, los canales de YouTube, los video juegos a los que estamos expuestos influyen nuestra forma de ver el mundo. No es lo mismo ver Heidi y Marco que jugar al Fortnite, sin querer idealizar unos o desmerecer a otros. Simplemente, no es lo mismo.