Existen formas de organizar sistemas complejos desde un punto de vista centralizado, con un gestor consciente que organiza, piensa y dirije. Es la forma principal de organización tal y como la entienden los seres humanos, una representación terrenal de nuestras concepciones deísticas, un stalinismo de planes quinquenales, de objetivos cincelados, tatuados a fuego, se profecías autocumplidas u objetivos inalcanzables.
Pero en la naturaleza lo que encontramos son sistemas más pequeños que se auto-organizan. Desde nuestro propio cuerpo, en el que tenemos diferentes órganos internos inter-relacionados sin un «ente superior» que lo diriga todo, a la coordianción de las hormigas en un hormiguero, o el equilibrio de un bosque en el que interactúan desde microbios u hongos a osos y águilas.
La impresión es que la vida se gestiona desde una forma de anarquía.