Las discusiones teológicas en el Cristianismo durante el siglo XVI sirvieron de excusa para sacudir las estructuras de poder en Europa. Zafarse de la codiciosa mano de Roma era la razón principal de las rebeliones, no tanto las disertaciones acerca del sinergismo o la doble predestinación, a pesar de que mucha gente de buena fe vivía y moría (cientos de miles) en base a esos conceptos, ajenos a las verdaderas razones que movían la historia.
Es curioso como vivimos dentro de este mundo artificial, un Matrix físico y real, del que la Naturaleza no sabe nada. No sabe de religiones ni dioses, de precios o índices bursátiles, de redes sociales, de tensiones políticas, de geoestrategia. Pero a diferencia de lo que pasó en el siglo XVI, la Naturaleza sí que nota hoy en día los efectos de nuestras decisiones, a nivél de composición de la atmósfera, de contaminación en los mares, de subidas de temperatura…
Las discusiones bizantinas de los humanos del siglo XXI no son tan inócuas como las del pasado.