Sólo vivimos una vez, una única vez en la que navegamos por la vida tomando decisiones todos los días, unas más importantes que otras, empujados por una incercia que en muchos casos nos ha sido impuesta, decisiones que nos labran un camino que no es posible desandar. En cada uno de los cruces elgimos una de las opciones y aunque queramos rectificar y tratemos de volver al mismo sitio, nunca encuentras exactamente la misma encrucijada. Y en todos esos cruces dejamos atras otros «yos», amigos que nunca conocimos, amores que no tendremos, penas, monotonías o glorias que no viviremos, incluso hijos que nunca nacerán.
Al final, lo único que nos queda es el camino que hemos andado. Para bien o para mal, ese camino soy yo.