La Fundación Cajasol ha organizado esta semana unas sesiones, disponibles en YouTube, en las que han debatido un tema relativamete controvertido: ¿Monarquía o República? Mi admirado Pérez Reverte, uno de los organizadores, a conseguido la participación de una ecléctica mezcla de conferenciantes, incluyendo en la misma lista a Monedero y a Cayetana Álvarez de Toledo. No he visto todas las sesiones, pero me ha hecho reflexionar sobre mi postura sobre este tema. ¿Cuál es? Pues me siento Republicano, pero no tengo prisa por ello. Me explico.
Hace ya muchos años estudié «Introducción a la Ciencia Política», y en aquellos libros aprendí que para que la democracia fructifique se tienen que dar ciertas condiciones: libertad de prensa, un cierto nivel de educación de la sociedad, una tradición participativa, libertad de expresión… No recuerdo la lista completa, pero, vamos, que la democracía no cae de un árbol, más bien hay que plantarla, regarla y tener paciencia para que florezca. El ejemplo más obvio lo tenemos en paises como Irak o Afganistán, en los que los intentos de «enfrascarles» la democracia occidental a martillazos no han sido demasiado existosos, en un contexto tribal, de tradiciones autoritarias o de falta de libertades. Pero no todas las situaciones son tan obvias, a graduaciones en esta escala de «condiciones democráticas», de hecho existe un Índice de Democracia que trata de medirlo en un buen número de paises.
¿En qué posición está España? En el puesto 24 de 167, con una nota de 7,94, lo que la sitúa en el rango de «Democracias defincientes». El Top 3 es para Noruega (una monarquía, por cierto), Nueva Zelanda y Finlandia. ¿Extraña esta posición? Bueno, tenemos que recordar que somos una democracia relativamente reciente, el proceso de consolidación de este sistema político es un trabajo que lleva generaciones. Y resultaría presuntuoso, y hasta algo racista, pensar que nosotros somos diferentes a otros paises con taras democráticas más obvias, por el simple hecho de que somos europeos.
Explicado esto, volvemos a la pregunta inicial: ¿Monarquía o República? En principio República, porque a estas alturas de la historia no tiene sentido ser tutelados por una organización de origen medieval, por unos «funcionarios de nacimiento», por una familia privilegiada por los vaivenes de la historia. En un mundo de igualdad de derechos y oportunidades, simplemente, no tiene sentido, y una República es la forma de gobierno que es más razonable para una sociedad madura, representa algo así como la mayoría de edad de un estado. Pero, aquí viene el pero… ¿somos una sociedad verdaderamente madura? ¿Ha llegado el momento? ¿Tenemos que cambiar ahora? Pues pienso que no, que ahora mismo cambiar la jefatura del estado es más una distracción y un elemento de inestabilidad que algo necesario. No creo que, como sociedad, hayamos alcanzado esa madurez, esa mayoría de edad, y de hecho veo los beneficios que en este contexto brinda la monarquía, con una derecha intimidada por la idea de república y una izquierda que, en su mayor parte, no está demasiado obsesionada por el tema.
Supongo que soy un ingenuo, pero me imagino un futuro en el que Felipe VI pasa la monarquía a su hija Leonor y ésta, mujer totalmente del siglo XXI, de motu propio, sin presiones de ningún tipo, abdica porque considera que ella ya no es necesaria. Y se presenta a las elecciones y, de forma democrática, es elegida Presidenta de la República… Así, de buen rollo, sin tensiones ni conflictos… En fin, cosas mías.