Multiplicaos, pero no tanto

«Creced y multiplicaos«, le dice Dios a Noé y sus hijos (Génesis 9-1) justo después de salir del arca con los animales, cuando las aguas que lo habían inundado todo ya se habían retirado de la tierra. Una historia que me dejó perplejo cuando era pequeño, una historia que siempre he creído que está en el origen de mi ateísmo. ¿Todo un holocausto indiscriminado mandado por Dios? ¿Y ahora queda una familia para repoblar la Tierra, primos con primos, follando como conejos? Y esto te lo contaban en la catequesis, mientras preparabas la Primera Comunión, con unos ocho o nueve años, como si fuera un cuento para niños…

En fin, que lo de «creced y multiplicaos» era parte de una historia de terror en un libro «sagrado» en un contexto de apocalipsis zombie en el que hay muuuuucho trabajo para repoblar todo un planeta. Pero este contexto no fue tenido en cuenta por los doctores que utilizaron sus clínicas de fertilidad para inseminar a mujeres con su propio esperma, como muestra el documental de Netflix «Our Father«, en el que se cuenta el caso del doctor Donald Cline, pero también están los de Cecil Jacobson, Jan Karbaat o Phillip Peven. No se sabe con certeza el número de hijos que cada uno tuvo, pero se estima que está en el rango de los «cientos».

Esta barbaridad pudo darse porque durante décadas no existió un control efectivo sobre la gestión de este tipo de clínicas. No conozco los detalles, pero quiero creer que hoy en día no podrían darse este tipo de situaciones, además de que los análisis de ADN de hoy en día, al alcance de todos, hace imposible mantener el anonimato de los donantes.

El caso es que estos infames doctores utilizaron su propio esperma, probablemente, porque les garantizaba un porcentaje elevado de éxito en las fecundaciones, se vieron a si mismos como sementales que donde ponían el espermatozoide ponían el cigoto, inmunes a la empatía, al reconocer este disparate como una nueva y maquiavélica forma de violación. Pero, por otra parte, creo que está también, al menos en algunos de ellos, la influencia de ese mensaje fecundador y religioso que ha sobrevivido el paso del tiempo. Por ejemplo, el Dr Donald Cline era el lider de una iglesia, la Zionsville Fellowship Church; y el Dr Cecil Jacobson era mormón practicante, así que no es descabellado pensar que, encima, se vieran como instrumentos que ejecutan un mensaje divino…