El Último Hombre

La obra favorita de Mary Shelley no fue su Frankenstein, sino El Último Hombre, una novela que cuando se publicó en 1826 recibió una crítica feroz: «repugnante«, de una «crueldad sin sentido«, una «autora con una imaginación muerta«. Tan dura fue la crítica que nadie se atrevió a volver a publicarla hasta 1965 y, bueno, parece que no está nada mal.

Es una historia futurista, ambientada a finales del siglo XXI, desde 2073 hasta 2100, en la que el último ser humano, superviviente de una terrible plaga recuerda los años finales de la existencia de la Humanidad. Una historia apocalíptica, pesimista, llena de referencias autobiográficas, escrita tras la pérdida de sus hijos, su marido, su amigo Lord Byron, tras la decepción por el fracaso de los ideales revolucionarios y románticos. Una historia que se entiende mejor hoy que en la época en la que fue escrita.

Mary Shelley fue, desde luego, una escritora original y transguesora, mucho más que la autora que, a los 18 años, escribió Frankenstein.