Los verdaderos amos

Los perros y los gatos se lo tuvieron que currar en su día. Fueron domesticados para cuidar del ganado, avisar de los peligros que acechaban en la noche, cazar ratones, etc. Una relación en la que ellos cumplían una función eminentemente práctica a cambio de cobijo y comida. Pero, ¿qué ha pasado en los últimas décadas? Pues que la función principal que cumplen es la de compañía, más allá de la minoría de perros que todavía sirven fines más provechosos.

El resultado es que no son los perros y los gatos los que nos sirven a nosotros, somos los humanos los que estamos al servicio de estos animales: que si les damos de comer, que si les sacamos a pasear, que si los llevamos al veterinario… Toda una industria se ha desarrollado en los últimos años para servirles, a cambio de que ellos se tiren a la bartola la mayor parte del día y nos pongan caritas de pitiminí cuando llegamos a casa.

Así que cuando nos planteemos cuál es la especie dominante de la naturaleza, no seamos tan ingenuos como para pensar que somos nosotros, los humanos; reconozcamos el giro copernicano de que son ellos, los perros y los gatos, los que están ahí arriba en la cúspide, que son ellos los verdaderos amos de todo el cotarro. Nos han comido la tostada.